Alekséi Kochetkov
Alekséi Nikoláyevich Kochetkov (18 de febrero de 1912-20 de enero de 1987), ingeniero agrónomo de formación, fue periodista, escritor, traductor de varias lenguas europeas y activista político. Participó en la Guerra Civil Española, en el movimiento clandestino antifascista de Berlín y en la Resistencia francesa. Terminada la Segunda Guerra Mundial trabajó como periodista radiofónico y traductor, y escribió la novela autobiográfica Vuelvo a ti.
Nació en Moscú. Tenía nueve años cuando murió su padre. Tres años después su madre se casaría con un ciudadano letón, llevándoselo a Riga junto con sus dos otros hijos. Desde ese momento Alekséi soñaría con volver a su patria. Al terminar el Liceo Ruso de Riga, se fue a Toulouse a estudiar Ingeniería Agronómica. En 1934 obtuvo el título de ingeniero agrónomo y volvió a Letonia para cumplir un año de servicio militar obligatorio. Estando en Riga presentó en el Consulado Soviético una solicitud para regresar a su país.
Cuando hubo acabado el servicio militar, Kochetkov se trasladó a París у continuó su formación en el Instituto Nacional Agronómico, especializándose en enfermedades vegetales para en el futuro poder usar esos conocimientos en ayuda del pueblo ruso. Entró a trabajar en el laboratorio del famoso bioquímico Gabriel Bertrand. Al mismo tiempo, ingresó en la sección de las Juventudes Comunistas del Barrio Latino y se unió al círculo de jóvenes de la Unión para la Repatriación. En la Unión para la Repatriación conocería a Serguéi Yákovlevich Efrón y a su hija Ariadna, así como a Vladímir Konstantínovich Glinoyedski y a otros importantes miembros de la Unión, estableciendo una especial amistad con Borís Ilariónovich Zhuravliov.
En agosto de 1936, Kochetkov, Zhuravliov y Platón Balkovenko viajaron como voluntarios a España para luchar en el bando republicano. Zhuravliov se quedó en Barcelona para crear una unidad de artillería. Por su parte, Kochetkov y Balkovenko se trasladaron al frente de Aragón. Allí pasaron algo menos de dos meses cerca del pueblo de Chimillas (Huesca) formando parte de una escuadra de ametralladora. Los sacaría de allí Glinoyedski, antiguo coronel de artillería del ejército zarista, consejero militar de artillería en el cuartel general del frente de Aragón. Su siguiente destino fue la batería de artillería de la 27ª División. Al cabo de un mes, Kochetkov aceptó a regañadientes la propuesta de Glinoyedski de convertirse en traductor para los consejeros militares soviéticos. En agosto de 1938, recibió el rango de capitán del Ejército Republicano. Poco tiempo después resultó herido por el casco de una bomba de aviación. A principios de febrero de 1939 cruzó la frontera francesa con otros brigadistas internacionales y terminó en un campo de internamiento cerca de Saint-Cyprien. Allí de nuevo rellenó solicitudes para su repatriación a Rusia. A Saint-Cyprien le siguieron los campos de internamiento de Gurs y de Vernet d’Ariège.
Tras la anexión de Letonia a la URSS, en agosto de 1940, Kochetkov se convirtió automáticamente en ciudadano soviético, aunque la situación se complicaba por el hecho de haber dejado su pasaporte en París, en la Unión para la Repatriación, antes de irse como voluntario a España. En la primavera de 1941 aparecieron contratistas alemanes en el campo de Vernet y, sabiendo que en Berlín había un Consulado Soviético, consiguió un trabajo en Alemania.
En marzo de 1941 estaba ya en Berlín trabajando en una fábrica de transformadores de la compañía AEG. Alrededor de un tercio de los trabajadores de la fábrica eran extranjeros. En un principio lo destinaron a un trabajo físico especialmente duro en el taller de galvanizado, pero más tarde sería transferido al taller DS-1 donde se encargaba de la entrega de agregados y detalles. Este puesto le permitía visitar varios talleres de la fábrica sin despertar sospechas. Conoció allí a muchos trabajadores. Tendría especial confianza con Yosyp Hnát de Trebnitz, con el italiano Mario y el francés Joseph, y también con el gerente del almacén del taller DS-3, Friedrich Murawske, de Berlín.
Al poco de llegar a Berlín, Kochetkov presentó en el Consulado Soviético la solicitud para ser repatriado, adjuntando su certificado de brigadista internacional. Le prometieron ayuda, sin embargo, al cabo de tres meses Alemania atacó la Unión Soviética y los diplomáticos soviéticos fueron evacuados. Kochetkov entró en contacto a través de Murawske con la actividad de una organización clandestina que se dedicaba a repartir octavillas y el periódico ilegal Die Innere Front (El Frente Interno). En esta organización entabló relación con Otto Grabowski. Otto le nombró encargado del trabajo con ciudadanos extranjeros. Cumpliendo esta misión, Kochetkov estableció contacto con campos de trabajadores de los territorios ocupados de la URSS, ayudó a crear allí comités clandestinos y grupos de sabotaje, escribió una proclama que el hermano de Otto, Max, reprodujo en una máquina multicopista y que después sería repartida por los campos. Más adelante, en lugar de Otto, su contacto sería Herbert Grasse. Kochetkov escribió la proclama «¡Habrá un segundo frente!» en un papel de cera que le dio Grasse, pero no lograron reproducirla debido a la detención de este último.
En agosto de 1943, para huir de su propia detención, ya inevitable, Kochetkov viaja a París aprovechando los diez días anuales de vacaciones a los que tenía derecho. Confiaba en que en Francia podría luchar contra el fascismo más eficazmente que en Berlín. Logró contactar con su viejo conocido Gueorgui Shibánov. Shibánov le propone que se establezca como ilegal y se ocupe de la organización de la resistencia en los campos de prisioneros soviéticos civiles y de guerra en los departamentos Norte y Paso de Calais, en el norte de Francia. Kochetkov iba de ciudad en ciudad, se encontraba con personas que actuaban como enlaces de contacto, les daba instrucciones y octavillas, reunía informes, establecía comunicación con campos todavía no contactados. Conoció a mucha gente extraordinaria, entre la que destacaba por su especial coraje Vasili Pórik. A principios de 1944 encargaron a Kochetkov labores de propaganda entre exciudadanos soviéticos que hubieran ingresado en la Wehrmacht. En febrero de 1944 la Gestapo consiguió introducir a un agente provocador en la Unión de Patriotas Rusos y muchos de sus miembros fueron arrestados. Kochetkov pudo salvarse de milagro de la detención. En junio de 1944 arrestaron en Thil (departamento de Meurthe y Mosela) a Iván Troyán, el instructor de la organización de la resistencia en el nordeste de Francia. Al cabo de un mes, por la denuncia de uno de los suyos, detuvieron a Vasili Pórik. Ni Troyán ni Pórik delatarían a nadie.
Unos meses después de la liberación de París, Kochetkov se convirtió en el administrador del campo de exprisioneros y deportados soviéticos de Baillet (departamento de Sena y Oise). Tras una larguísima espera los trasladaron en aviones americanos hasta Torgau (Alemania). En la zona ocupada por los soviéticos los encerrarían nuevamente en un campo. A Kochetkov le acompañaba Galia, una partisana detenida por los alemanes. Ella obtuvo trabajo de secretaria en el campo y pudo imprimir certificados falsos para ambos con el permiso de volver a su país por parte de las autoridades que se ocupaban de las repatriaciones. Kochetkov y Galia se lograron escapar del campo y estuvieron un mes viajando en un tren que transportaba durmientes de ferrocarril. El tren paró en Brest y empezaron a descargar los durmientes. Cerca de un campo cercado con alambre de espino les dio el alto una centinela: aquello no pintaba bien. Galia pidió a la centinela que dejara pasar a su marido porque su madre se estaba muriendo en la estación, no cesó de repetir sus ruegos hasta que esta los dejó ir. Finalmente, en julio de 1945, llegaron en tren hasta Daugavpils (Letonia), desde donde Galia regresó a su casa, en Velikie Luki (provincia de Pskov), y Kochetkov a Riga.
Kochetkov no encontró a nadie de su familia en Riga. Su madre había muerto en 1938 y su hermana menor Liusia y su padrastro habían sido declarados enemigos del pueblo y enviados a Siberia en 1941. Como familiar de enemigos del pueblo, Kochetkov tenía prohibido vivir en Riga, pero se dirigió al departamento de personal del comité del partido de la ciudad y allí relató su participación en la Resistencia francesa y en la guerra de España. Le preguntaron a qué letones había conocido en España. Nombró a unos cuantos, entre ellos a Žanis Grīva, que entonces trabajaba de corresponsal para el periódico Cīņa. Cuando le preguntaron a Grīva por Kochetkov, dijo: «¡Claro que le conozco! ¡Todo el mundo conoce a Aliosha Kochetkov!». Sabiendo que no tenía dónde vivir, Grīva acogió a Kochetkov en su casa por un tiempo. Más tarde le daría alojamiento otro brigadista internacional, Rudolfs Lācis. Un tiempo después Galia se reunió con Kochetkov en Riga, pero en la primavera de 1946 moriría de tuberculosis.
Kochetkov trabajó durante tres años en el Comité ejecutivo de la ciudad, pero para obtener ese puesto debía ser miembro del partido. Se aceptó la situación durante un tiempo, pero finalmente Deglavs, el jefe del Comité, le dijo que no podía defenderlo más y le recomendó para otro trabajo en el Comité radiofónico.
A principios de 1953, en el marco de una campaña antisemita, despidieron a su mujer, Taube, del trabajo y le propusieron a Kochetkov que se divorciara de ella por ser judía. Se negó en rotundo. Entonces lo eliminaron de la lista de candidatos al partido con la excusa de que en los años 1936-1939 había sido miembro de un partido de ideología errónea, el Partido Socialista Unido de Cataluña, y comenzaron a hacerle la vida imposible presentando contra él imputaciones cada vez más graves, que culminarían con la acusación de espionaje. Por suerte, el asunto no terminó en detención gracias a la muerte de Stalin, pero trabajar en ese ambiente resultaba imposible y Kochetkov se vio obligado a dejar su trabajo. Comenzó a trabajar de ingeniero agrónomo y al cabo de un tiempo empezó a ganarse la vida con traducciones técnicas para revistas científicas, ya que podía traducir de varias lenguas europeas.
Alekséi Nikoláyevich Kochetkov era un hombre de mente abierta, amante de la libertad, afable, amigo fiel, honesto hasta en el más mínimo detalle. Era un gran amante de las radios BBC, La voz de América y Radio Libertad, leía y divulgaba samizdat (copias a máquina de obras literarias prohibidas).Tenía multitud de amigos: antiguos compañeros de clase del Liceo Ruso de Riga, disidentes y otkázniki (personas que no tenían permitido salir de la URSS), compañeros de la lucha antifascista, conocidos de París y Berlín. Logró localizar a muchos de sus familiates, cercanos y lejanos, y mantenía correspondencia con ellos y los visitaba a menudo. A mediados de los años setenta consiguió emigrar a Nueva Zelanda, donde vivía su hermana Zina. Allí trabajó de jardinero usando sus conocimientos de ingeniero agrónomo y se compró una moto de la que estaba muy orgulloso. Más tarde se trasladó a los Estados Unidos, donde residía su hija Vera, y en 1986 regresó a Riga, donde se casó con su antigua amiga Aleksandra Vladímirovna Rodiónova.